Planificación de clases

Planificación de clases

jueves, 10 de julio de 2008

Entrega del trabajo final (fecha límite: 16-07-08)

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7 comentarios:

Majo dijo...

Hola a todos, aquí dejo mi trabajo final del seminario. Aunque como no soy muy buena con el Internet también lo entregare en físico, solo por si acaso. Hasta luego.

http://www.zshare.net/download/15337280bca04314/

Maria José Barazarte

gloryyyyy dijo...

Aqui esta el link del trabajo final:

http://www.zshare.net/download/154051838e090a32/

Bernardo dijo...

Aqui esta el link del trabajo final. http://www.zshare.net/download/1545830580679b9e/
Bernardo Avalos.

Gustavo Adolfo Vera Salguero: dijo...

Universidad Central de Venezuela.
Facultad de Humanidades y Educación.
Escuela de Filosofía.
Seminario de Historiografía de la Dialéctica.
Trabajo final.
Gustavo Adolfo Vera S.

La dialéctica en Hegel.

De comienzo he de confesar, que la comprensión del planteamiento de Hegel, me resulta por decir lo menos, difícil de asir. Con lo cual aclaro, que lo que a continuación expresaré, estará impregnado de dudas y vacíos; mas como me resulta un autor extraordinario, no quería privarme de correr el riesgo.

Pareciera que con Hegel atrás ha quedado la dialéctica kantiana, como el abuso de las formas lógicas del juicio. En lo que convierte nuestro autor a la dialéctica, lejos de ser abusos lógicos, o modos de convencimiento, método de la división, y demás acepciones identificables de nuestro tema; se transforma, por así decirlo, en el camino de la verdad. Es decir, la forma en la cual, la verdad se revela u obtiene. Un poco acercarse ha dicho proceso de revelación, es el propósito de este artículo.

La verdad de las cosas se halla en el sujeto cognoscente, es decir, los enunciados emitidos por un sujeto, de referir con pertinencia a su objeto, se convierten en verdaderos. Dentro de la ampliamente difundida noción de verdad por correspondencia, manejada no sólo por los conocedores de la materia, sino también, por el vulgo. La dificultad estriba ahora, en ver qué proceso se sigue para lograr proferir un o unos enunciados, y esperar con “certeza” su pertinencia, o mejor, su correspondencia.

Si seguimos el mero proceder del sujeto en el conocimiento, partiendo de su estado más puro, podremos, con algo de suerte, entender qué movimiento se ha de seguir en el asentimiento de la verdad de este o aquel enunciado. Hegel nos dicen en la Ciencia de la Lógica que:

“Ser, puro ser –sin ninguna otra determinación. En su inmediación indeterminada es igual sólo a sí mismo, y tampoco es desigual frente a otro; no tiene ninguna diferencia, ni en su interior ni hacia lo exterior. Por vía de alguna determinación o contenido, que se diferenciara en él, o por cuyo medio fuese puesto como diferente de otro, no sería conservado en su pureza. Es la pura indeterminación y el puro vacío-. No hay nada en él que uno pueda intuir, si puede aquí hablarse de intuir; o bien él es sólo este puro, vacío intuir en sí mismo. Tampoco hay nada en él que uno pueda pensar, o bien éste es igualmente sólo un pensar vacío. El ser, lo inmediato indeterminado, es en realidad la nada, ni más ni menos que la nada.”(Georg Wilhelm Friedrich Hegel. ciencia de la lógica. p.77)

En este caso, tenemos al ser, en cuya definición se advierte de su condición de “nada”, es decir, que el ser es ni más ni menos que la nada. Pero ¿qué es la nada? Dejemos que sea nuestro autor el que lo diga.

“Nada, la pura nada; es la simple igualdad consigo misma, el vacío perfecto, la ausencia de determinación y contenido; la indistinción en sí misma. –En cuanto puede hablarse aquí de un intuir o pensar, vale como una diferencia el que pueda ser intuido o pensado algo o nada. Intuir o pensar la nada tiene, pues, un significado; los dos son distintos, y así la nada está (existe) en nuestro intuir o pensar; o más bien en el intuir o pensar vacío mismo, y vacío intuir o pensar que es el puro ser.- La nada es, por lo tanto, la misma determinación o más bien ausencia de determinación, y con esto es en general la misma cosa que es el puro ser.”(Ibid.).

Lo asombroso es que el ser y nada se asimilan, o de otra manera, se pueden intercambiar; pero Hegel agrega a esto, otra categoría, la cual es el “devenir”.

“El puro ser y la pura nada son por lo tanto la misma cosa. Lo que constituye la verdad no es ni el ser ni la nada, sino aquello que no traspasa sino que ha traspasado, vale decir el ser (traspasado) en la nada y la nada (traspasada) en el ser. Pero al mismo tiempo la verdad no es su indistinción, sino el que ellos no son lo mismo, sino que son absolutamente diferentes, pero son a la vez inseparados e inseparables e inmediatamente cada uno se desaparece en su opuesto. Su verdad, pues, consiste en este movimiento del inmediato desaparecer de uno en otro: el devenir; un movimiento donde los dos son diferentes, pero por vía de una diferencia que al mismo tiempo se ha resuelto inmediatamente.”(Ibid. p. 77-78)

Nada fácil. La determinación de un objeto determinado, vale decir, su definición; pasa por el uso de “universales”. Estos, que por su función de unidad, dan cuenta de este o aquel objeto particular, definiéndoles y/o determinándoles. Esta aplicación de universales, sin distingo de su exactitud o justicia, a particulares, para definirles; constituyen un proceso que pone en evidencia, que la determinación de algo (en este caso un particular), se obtiene cuando dicho término se entrega o disuelve, por así decirlo, en su opuesto (en este caso el universal). Aún cuando son absolutamente diferentes considerados por separados, ellos son en sí su otro. Así, en algún sentido, se hallan separados y en otro no. Con otras palabras, tienen dos caras; una que es de relación o unidad, en la cual se identifican, en la otra, se distinguen. Mas, puesto que son así inseparables para ser, surge la necesidad de decir: unidad de lo universal y lo particular.

De idéntica manera procede la relación de la pura nada y el puro ser. Estos términos se han de ver juntos, o mejor, uno, en el devenir; en la estupenda figura del no-ser, siendo la nada el negador. Así la verdad (determinación o definición) de uno de ellos, pasa por recurrir al otro. Dándose lo que Hegel llama: indistinción. Pero al tiempo, han de ser absolutamente diversos, el uno del otro. ¿Por qué? Porque según Hegel, la nada comúnmente es el opuesto del puro ser; por lo cual ella es el no-ser. En dicha situación la nada contiene en sí, no sólo lo que es de ella (el puro “no”), sino también su otro (el ser). Sin embargo, la definición que Hegel hizo de la nada, es aquella donde en vez de considerarlo como el puro ser negado, lo considera sobre todo como el negador, “…lo cual podría, si se quiere, expresarse mediante el puro no.”(Ibid. p. 78). Así, la unidad o relación en el devenir se halla en la nada, y la diversidad de ambos términos con respecto a ellos mismos, se encuentra; en el mero negador o la mera nada y, el puro ser en sí, vistos separadamente.

Un poco para redondear. Tenemos al puro ser, éste se descubre como siendo nada, puesto que su definición se asimila con la de la nada. En ese sentido se identifican o son indistintos. Pero la negación de la nada, diversifica a la nada del ser, que está fuera de ella (la nada); al tiempo, que unifica o relaciona en el lado de la nada, al puro ser considerado netamente en sí, y a la pura nada considerada únicamente en sí (el puro no). Tenemos con todo, en un lado (el de la nada) a la unidad o relación de ambos términos, a la vez que su absoluta distinción; y en la consideración de ambos opuestos (el ser y el no-ser o nada) la misma situación antes dicha. Pero aún así, son inseparables y necesarias, porque como ya se ha dicho, este mecanismo no es un capricho, sino que ha surgido del descubrimiento de que el puro ser es la nada, al tiempo que su opuesto.

El otro paso que ha dado, en esta unidad necesaria, es que la “determinación” del puro ser, es la nada misma. Es decir, que el ser indeterminado se descubre como determinado, al ser él indeterminado. El se ha descubierto en su devenir, como su otro. Así es un ser con dos caras. “Géminis”.

Lo propio le pasa al sujeto, que en su búsqueda de la verdad, de esta o aquella proposición, se bifurca, haciéndose dos términos opuestos, que cuando se reconocen como uno mismo, se reunifican al descubrir que son uno. Es decir, para verificar la verdad de un enunciado (definirlo o determinarlo) recurro a su correlato, que es su objeto; vale decir, me disuelvo en el otro. Así, el enunciado que siendo uno, descubre su otra cara. Lo mismo se diga del objeto. La proposición (sujeto) hace el papel de la nada, y el objeto el del puro ser (objeto); consiguiéndose una relación necesaria, y diría Hegel: Dialéctica.

Katiuska Montaña dijo...

Universidad Central de Venezuela.
Facultad de Humanidades y Educación.
Escuela de Filosofía.
Departamento de Historia de la Filosofía.
Sem. Historiografía de la Dialéctica.
Alumno: Katiuska Montaña. C. I. 17977078.

Dialéctica entre Platón y Aristóteles.

La palabra dialéctica viene de la palabra diálogo. Durante la historia esta palabra ha tenido distintos significado, muy imprecisos, por los distintos autores. Cabe resaltar que ha pasado por muchos periodos de significación, pero ninguno de ellos le ha dado un significa preciso a la palabra.
En este trabajo pretendo estudiar el significado de la palabra dialéctica para Platón.
Para Platón la dialéctica es un método de investigación, donde dos o más personas discuten sobre un tema y dos posibles tesis válidas, pero contrarias entre sí, bajo la forma socrática de pregunta y respuesta, esta forma se ve a lo largo de todos los diálogos de Platón, donde en ellos se ve que los personajes principales mantienen un tema de conversación sosteniendo dos puntos de vista distintos, para llegar a una posible conclusión.
Este método socrático de pregunta y respuesta que utilizó Platón, luego se le dio el nombre de método de división; ya que consistía en partir de una idea principal de las cosas para llegar a conclusiones o principios, y como la dialéctica se comunicaba con la idea entonces estaba fuera de las ciencias particulares (por encima de estas). Así que tomaba como punto de partida o hipótesis (hipótesis también fue uno de los nombre que recibió la dialéctica en Platón: Método de la Hipótesis), para llegar a los principios o a las conclusiones a las que se llegarían posteriormente. Todo esto se hacía de manera cuidadosa para no alejarse de la idea principal, que era responder la cuestión primera; en algunos de sus diálogos podemos ver por ejemplo: ¿qué es la virtud?, ¿qué es la justicia? o ¿qué es la belleza?.
La dialéctica, también consiste en reconocer las opciones que se presentan con respecto a un mismo objeto. Platón en diálogos posteriores utilizó la técnica de la división como “izquierda y derecha” pudiendo así estas opciones subdividirse nuevamente, pero manteniendo una línea central en el concepto del objeto buscado. Este recurso es muy bien aplicado en el diálogo del “Sofista”, para definir qué es un sofista y llegar a las conclusiones ulteriores. La idea principal de este método es el poder de la elección que para última instancia se convierte en un método de investigación y constatación empírica, para comparar o elegir las mejores posibilidades del objeto de búsqueda.
Por lo tanto, para Platón es un método que parte de opiniones (dóxa), mientras que para Aristóteles es un método de donde se parte de premisas probables o verdaderas (se llaman probables o verdaderas a las premisas aceptadas por la mayoría de los sabios o `por los más reconocidos), en donde es aceptable cualquiera de las dos partes de la contradicción; es decir, que para Aristóteles las premisas eran las partes del concepto que se discute y la dialéctica se produce en el momento de la revisión de ambas partes que a la vez son contradictorias entre sí.
Como conclusión puedo decir que mientras que Platón consideraba la dialéctica como un diálogo de preguntas y respuestas, en busca de un concepto único para un objeto; para Aristóteles se convirtió en premisas aceptadas comúnmente por sabios o la mayoría, que en sus inicios se llamaba silogismo y luego pasó a convertirse en la llamada lógica probable.

Carelia dijo...

Trabajo final http://www.zshare.net/download/155125680944b04e/

Thaelman dijo...

Dialéctica e Historia entre Hegel y Marx

Hegel inicia una corriente de pensamiento historicista dentro del marco del idealismo alemán. La dialéctica del espíritu universal resulta simplemente demasiado impresionante, y gran parte del mundo académico alemán de la primera mitad del siglo XIX se hace profundamente hegeliano. La idea del espíritu en la historia se convierte en el paradigma predominante para interpretar a la historia, y la dialéctica en su herramienta fundamental. Después Hegel, en Alemania todo es dialéctica y el objeto en su totalidad es el espíritu. Esta corriente de pensamiento, si bien predominante en su época, no carecía de críticos. Los comunistas como Feuerbach presentaban una visión materialista de la historia, criticando enérgicamente las visiones metafísicas del historicismo tradicional hegeliano. Estos movimientos académicos se dan a la par de la revolución industrial, el desarrollo cada vez más denso y concentrado del modo de producción capitalista industrial; en definitiva, la contradicción cada vez mayor entre la burguesía alemana y la clase trabajadora en aumento.
A comienzos de la década de los cuarenta del siglo diecinueve, una revolución del pensamiento académico alemán comienza y el materialismo se convierte en un rival importante frente al idealismo. En este contexto entran nuestros amigos Carlos Marx y Federico Engels, que inician el Capítulo I de la Ideología Alemana, dedicado, por cierto, a Feuerbach, de la siguiente manera: “Según anuncian los ideólogos alemanes, Alemania ha pasado en estos últimos años por una revolución sin igual. El proceso de descomposición del sistema hegeliano, (…), se ha desarrollado hasta convertirse en una fermentación universal, que ha arrastrado consigo a todas las potencias del pasado.” Con esto quiero enmarcar a Marx dentro de una corriente de pensamiento muy crítica del idealismo de los hegelianos. La Ideología Alemana es uno de sus primeros textos, redactado entre 1845 y 1846. La ruptura con el idealismo es radical y total, se acaba la idea del espíritu universal, se demuele la versión metafísica de la historia, y se pasa a una visión materialista de la humanidad, a un concepto “empíricamente” comprobable de la historia, a su realización a través de la evolución de los modos de producción y las relaciones sociales que éstos generan. “Totalmente al contrario de lo que ocurre en la filosofía alemana, que desciende del cielo sobre la tierra, aquí se asciende de la tierra al cielo.” La historia ya no es la realización de la autoconciencia en la libertad, sino la libertad conquistada a través de una historia de revoluciones materiales. Sólo una cosa queda: la dialéctica.
Este es el momento, la dialéctica, en el que Marx, en definitiva, termina por incorporar a Hegel en su visión de la historia. Con solo recordar pasajes de la Ideología o del Manifiesto, queda clara la presencia de la dialéctica hegeliana en el historicismo marxista. Es por tanto que el materialismo histórico tiene como modo filosófico al materialismo dialéctico. Es decir que Marx heredó de Hegel, necesariamente, una visión progresista de la historia, ya que la dialéctica, en su visión de la historia más totalizadora, “demuestra” como el tránsito de la existencia humana ha sido un progresivo avance hacia un estadio superior: hacia el fin de la historia: la libertad.
La dialéctica en el historicismo de Hegel es una aplicación del modelo de lógica, y de la de la Fenomenología. El desarrollo del espíritu de los pueblos se da en unos marcos definidos, como lo son el individuo, el Estado, el derecho, la religión, las artes, las ciencias y la filosofía. El desarrollo del espíritu de un pueblo no es más, entonces, que el desarrollo de la autoconciencia del espíritu en sí mismo y por sí mismo, lo cual se representa en la realidad a través del desarrollo, diversificación, complejización, maximización, de los contenidos del pueblo: es decir, el perfeccionamiento de las instituciones políticas, jurídicas, como la estilización de las artes, el mejoramiento de las ciencias, etc. Toda esta realización se da a lo interno del espíritu, y es producto de las condiciones internas del espíritu que se presenta una ruptura, un desdoblamiento sobre sí mismo, que es lo que genera la contradicción interna. De dicha contradicción nace un estadio evolutivo nuevo, superior, en el que la autoconciencia se haya más desarrollada, pero que sin dejar de tener características del estadio precedente, se transforma en uno nuevo y mejorado. He aquí, someramente la dialéctica historicista de Hegel.
En Marx tenemos otra visión, similar, pero que puede llegar a ser contrapuesta. El progreso de la historia continúa dándose de manera dialéctica, pero bajo premisas totalmente distintas. Ya no es una conciencia universal la que motiva el avance de la humanidad, sino las condiciones materiales de existencia junto con la estratificación social surgida de la división del trabajo y las relaciones con los medios de producción que ésta genera. La conciencia moral de un pueblo, por ejemplo a través de la religión, la moral o el derecho, no son las verdaderas condiciones que determinan el desarrollo de ese pueblo, como lo ha podido decir Hegel; en cambio es el desarrollo cada vez más complejo de la industria y el comercia, es decir, de la economía, lo que va a determinar la forma de vida material de los hombres, y partiendo de esta forma material, de su experiencia empírica con esta forma material de vida, va a desarrollar idea, conceptos, valores, que luego determinarán su vida espiritual. Es decir, la importancia que Hegel le da a la existencia espiritual de la humanidad, para Marx no es más que ideología, entendida como falsa conciencia. Si Hegel consideraba que estas condiciones espirituales eran las determinantes en el desarrollo de la historia, para Marx, estas condiciones están directamente determinadas por la forma de vida material de los individuos; lo que lleva a Marx a considerar estas condiciones espirituales como accidentales, producto de las relaciones materiales. En fin, Marx considera las relaciones materiales de los individuos como las determinantes de la ideología, y en definitiva, del desarrollo de la historia.
La dialéctica es lo que Marx toma de Hegel para hacer de su materialismo una historia. El desarrollo de la división del trabajo trae consigo, necesariamente, el desarrollo de la industria y el comercio, tanto como por que se perfecciona la técnica gracias a la división, como por que la primera división del trabajo es la división entre trabajo manual y trabajo intelectual; lo cual permite la creación de una clase pensante (dominante) que se dedica a reflexionar y a incrementar aún más, con un margen de efectividad, la misma división del trabajo. Esto quiere decir que la evolución histórica de los medios de producción, trae consigo la evolución respectiva de las relaciones personales con estos medios de producción, lo cual a su vez hace evolucionar en la misma dirección la ideología que acompaña, en tanto legitimadora, esta evolución en su totalidad. Sin embargo, igual que en el espíritu universal de Hegel, un desarrollo de el sistema de producción determinado llega a una fase de agotamiento, en el que las fuerzas productivas que la componen se sobrecargan y se incrementa la contradicción entre las clases sociales. Esta contradicción es, entonces, interna. El resultado de este “embotellamiento” de las fuerzas productivas, producto del agotamiento del sistema de producción determinado, es una revolución generalizada por parte de las clases oprimidas dentro del sistema, contra las clases favorecidas por él. La revolución es el punto de inflexión en el que se asciende hacia la nueva forma de producción, más avanzada, y con un predominio de una nueva clase dominante, sobre una nueva clase explotada. Para ilustrarlo de la misma manera como lo interpretó Marx: el primer sistema de producción fue el sistema esclavista donde predominaban las clases de amo y esclavo; seguido entonces por el desarrollo del sistema feudal donde predominaban la nobleza como clase explotadora y los siervos como clase explotada; para luego, desarrollar el sistema económico de producción más avanzado para la época de Marx, el capitalismo, donde predominan propiamente lo que son clases sociales, la burguesía y el proletariado. Marx consideraba que el capitalismo iba a llegar también a su “embotellamiento” de las fuerzas productivas, y que desencadenarían la revolución que por entonces (y aún hoy) se conocía como la revolución comunista.
No cuesta mucho ver a la dialéctica de Hegel metida en esta teoría. Marx desecho todo idealismo y toda concepción metafísica tan presente en Hegel y sus posteriores seguidores, para darle una importancia mucho mayor a las relaciones que los individuos tienen con su entorno material. Despachó los fenómenos espirituales como pura ideología y se concentró en una visión estrictamente economicista de la historia. Sin embargo no puedo deshacerse de la dialéctica como herramienta poderosa para un análisis histórico casi infalible. De allí que se pueda considerar a Marx como un historicista e incluso también, como un hegeliano de extraña, pero exitosa combinación.

Thaelman L. Urgelles
CI: 17587921